Hemos vivido más de un año esperando que se termine la pandemia. Nos encerramos lo suficiente para que muchas personas vean afectada su economía y salud mental. Pero los seres humanos jamás perdemos la esperanza de que todo vuelva a ser normal.
Así fue en los gulags, en los campos de concentración y en las cárceles políticas. Pero esta vez no podemos ejercer el derecho a la rebelión. Al enemigo esta vez sólo lo derrotarán
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