Muchas veces los alumnos se quejan de que han estudiado y llegan al examen y se han quedado en blanco. Estoy de acuerdo, varios no han estudiado como corresponde y sus conocimientos son muy pobres, pero es posible que algunos se hayan estresado y simplemente no pueden contestar.
El stress es una respuesta física y psicológica frente a situaciones externas, que nos provocan, entre otros, el miedo, aplicable al momento en el cual el alumno se enfrenta al interrogatorio.
Si el alumno aumenta desmedidamente el pulso cardíaco, por sobre 175 latidos por minuto, por ejemplo, podría estar en una de las zonas en las cuales simplemente no puede pensar correctamente, como se produce en la visión de túnel de los soldados o los policías en un enfrentamiento.
Sus rostros se ponen pálidos, producto de la congestión de los vasos sanguíneos, es posible que observemos sudoración, temblores y manifiestan dolor de cabeza, sequedad de la boca e incluso llanto, producto de la frustración al no poder contestar las preguntas. Todos estos síntomas, a pesar de todo, son a menudo disimulados por los alumnos, entre otras razones, por una cuestión de orgullo personal.
Quien viene por primera vez a la universidad, no tiene el entrenamiento necesario para enfrentar una comisión. A eso hay que agregar que hay dos generaciones de alumnos que se han educado en la virtualidad, fueron evaluados por escrito, sus habilidades orales son prácticamente inexistentes a menos que algunos las tengan como característica de su personalidad.
¿Qué hacer?
Entrenarlos, como ocurre con toda habilidad que se adquiere y debe ser ejecutada «de memoria».
Los soldados en el campo de batalla, saben reaccionar frente al ruido ensordecedor, al ambiente tóxico de los olores, a las balas silbando, porque han sido sometidos a tales estresores.
El médico al cual se le apaga la luz mientras está operando, sabe reaccionar, porque ha sido entrenado para tomar las decisiones adecuadas,
Lo mismo ocurre con los músicos, cuyos dedos adquieren «memoria», para ejecutar los acordes a la velocidad adecuada, bajo ciertas habilidades que incluyen la posibilidad de sumarse a otros instrumentos.
Igual debe ocurrir, si a nuestros alumnos los entrenamos en la forma como deben enfrentar una comisión, de tal manera que «automáticamente» sepan actuar, frente a los estresores de la comisión.
Con cuestiones tan básicas como las siguientes: si no dormiste las ocho horas previas a los días del examen, seguramente vas a reprobar. Si no te has alimentado bien, tu cuerpo no va a reaccionar adecuadamente y tu mente tampoco. Ni que decir si no estás debidamente hidratado.
No eres una máquina, tu cuerpo y tu mente necesitan ciertas condiciones básicas para funcionar.
Somos nosotros, quienes debemos entrenarlos y convencerlos de cuestiones tan simples como que el sueño, la comida y la hidratación son importantes, tan importantes como el estudio razonado y razonable. Haber ido a clases también cuenta.
Pero por algunas razones, yo creo que soberbia, desconocimiento, ignorancia entre otras, los del mundo del Derecho, no consideramos la importancia del entrenamiento.
Y así, tenemos alumnos infelices con el estudio del Derecho.