El pasado martes por la noche, Robert Aaron Long mató a seis mujeres asiáticas en una zona de Atlanta donde abundan los spas de masajes atendidos por mujeres asiáticas. Una especie de profilaxis social y la pretendida adicción a estos recintos y a la pornografía, le habrían llevado a tomar la decisión de disparar. Rara mezcla de puritanismo, tentaciones inconfesadas y delirios religiosos.
Desde la aparición del Coronavirus, numerosos miembros de la comunidad asiática americana, han sido atacados. El ex presidente Trump, siempre culpó a China del brote, le llamaba el virus chino, aún cuando descartaba el tono racista. Tuvo duras palabras en su presentación ante la ONU, pidiendo castigo a China. Sin embargo en los últimos días, la reacción de los ciudadanos ha sido contraria a tales manifestaciones de racismo.
El sitio de Technology and Social Change Research Project en Medium, ha destinado un completo análisis al fenómeno de las redes y Winnie the Flu, el meme con el cual identifican al presidente Xi Jinping. El gráfico fue creado en el 2013 en la plataforma china weibo.
El meme actual y el original
El meme que inicialmente se reía del parecido del mandatario con el popular personaje de Disney, pasó a formar parte del colectivo social. Luego de la pandemia, cambiaron la palabra «pooh» por «flu».
El crimen de odio
Hablamos de crimenes de odio, cuando el actor lo comete motivado por el rechazo al otro, por razones de carácter racial, religioso o ideológico.
A medida que se van conociendo más antecedentes de lo ocurrido en Atlanta, el odio racial es un componente importante, al igual que el género de las víctimas. Así por ejemplo la escritora filipina Christine Liwag Dixon, ha tuiteado recientemente que la hipersexualización de las mujeres asiáticas, es un detonate importante de lo ocurrido.
Los estereotipos, una vez más.
Incluso el Presidente Biden, debió viajar a Atlanta y repudiar lo ocurrido, sumándose al coro de personajes públicos y comunidades que han alzado su voz por estos días. Incluso, las tempranas delaraciones de la policía, de que el sujeto había tenido un mal día, se ganaron el repudio de la opinión pública.
El poder de las redes y el lenguaje de los líderes
Sin Hitler, no habría existido el holocausto. La forma como nos comunicamos y los mensajes que difundimos, crean realidades.
Una de las características más importantes de la sociedad digital, es que las palabras tienen un gran eco planetario. Aún cuando los algoritmos y buscadores nos han segmentado por intereses, lugares, influencias, lo que decimos es como una gran piedra sobre la superficie del lago, crea ondas que se expanden y pueden mojar a muchos
Es un hecho que el odio a los asiáticos, se multiplicó tras la pandemia. Su mezcla con los estereotipos de género puede ser mortal.
Bastará que alguien, comience a propagar repetidamente un discurso de odio, para que el objetivo vea tambalear su tranquilidad y luego la integridad. Redes sociales como twitter, que aceptan sin más la presencia de enmascarados, hacen el trabajo gratis.
Haga el siguiente ejercicio, vaya a twitter, y vea los hashtags en este momento. No importa cuando lea esto. Siempre está presente el lenguaje del odio. Excepto cuando hay fútbol, por supuesto.
Recuerdo cuando comenzó el coronavirus, varios hashtags contra los asiáticos, convencieron a la opinión pública, de que el acto de pandemia había sido cuidadosamente planeado para desestabilizar a occidente.
Robert Aaron Long, ha desmentido motivaciones políticas o raciales en el acto. Pero no podemos negar, que el odio a los asiáticos se instaló por el lenguaje destemplado de algunos líderes y el poder de las redes sociales, tras la pandemia del coronavirus.