En una brillante columna publicada el viernes en el New York Times, el escritor, Saul Austerlitz dice: “Todos somos Snoopy ahora, acostados en lo alto de nuestras solitarias casetas para perros, soñando con aventuras que no podemos tener.”
La columna está dedicada al debut de los Peanuts en Apple TV+.
Nos recuerda al adorado Beagle imaginando que es el Barón Rojo, el soldado de la Legión Extranjera o en el episodio donde se convierte en un bravo perro de trineo. Pero la frase también es un alegato contra el encierro a que nos vemos sometidos por el virus y todas aquellas actividades que hemos perdido.
Como es evidente, ante las restricciones de libertades, las personas vuelven sus ojos a la justicia. Así ha ocurrido en Estados Unidos. En la semana la Corte Suprema ha declarado que las restricciones al culto en el Estado de California viola los derechos religiosos.
La decisión de South Bay United Pentecostal Church v. Newsom, es un reconocimiento explícito a la Primera Enmienda que dice: “El Congreso no aprobará ninguna ley que se aboque al establecimiento de religión alguna, o que prohíba el libre ejercicio de la misma” James Madison, uno de los padres fundadores, en el texto «Recurso y protesta contra los impuestos religiosos», dijo en 1785:
“…que la religión es un deber que debemos a nuestro Creador y la manera de ejercerlo puede ser orientado solo por la razón y la convicción, y no por fuerza o violencia.” Por lo tanto, la Religión de cada hombre debe dejarse a la convicción y conciencia de cada hombre: y es el derecho de cada hombre ejercitarla como éstas le dicten. Este derecho es en su naturaleza un derecho inalienable.
Y por cierto la práctica religiosa forma parte del sentido comunitario de los Estados Unidos, en esa maravillosa y tolerante amalgama de laicismo y religión que los hace grandes.
Pero la decisión es también producto de la nueva Corte Suprema
Los nombramientos de Bret Kavanaugh y Amy Conney Barret, han aportado dos votos a los conservadores que hoy son mayoría, el Presidente John G. Roberts Jr. Neil M. Gorsuch, Clarence Thomas y Samuel A. Alito Jr. por sobre los liberales Elena kagan, Stephen G. Breyer y Sonia Sotomayor.
La posición de la juez Barret, se hace cargo de aquella discusión en torno a si cantar en la Iglesia puede ser un peligro de contagio. Dice:
Por supuesto si un corista puede cantar en un estudio de Hollywood pero no en su iglesia, las regulaciones de California no pueden considerarse neutrales. Pero el historial es incierto, y las decisiones a continuación, lamentablemente arrojan poca luz sobre el tema. Sin embargo, los solicitantes siguen siendo libres de demostrar que la prohibición de cantar no es de aplicación general y de reclamar en consecuencia.
Ya en noviembre del año pasado, la Corte Suprema había anulado las restricciones de aforo que se establecieron para las iglesias, en una decisión de 5-4, liderada por la juez Barret y que contó con el desplazamiento del presidente Roberts a la minoría liberal.
La decisión de mayoría en ese caso dice en parte:
No sólo no hay evidencia de que los solicitantes hayan contribuido a la propagación de COVID-19, pero hay muchas otras reglas menos restrictivas que podrían adoptarse para minimizar el riesgo de quienes asisten a servicios religiosos.
En ambas decisiones, se advierte que la Corte analiza y pondera en todos sus extremos, el mérito de las decisiones impugnadas.
Y es también el deseo de volver a las actividades normales
En su columna del viernes, Austerlitz tiene razón, imaginamos en el encierro, todo lo que hemos perdido durante la pandemia. Las conversaciones con amigos y una copa de vino, el deporte al aire libre, las caminatas al atardecer y adorar a Dios en comunidad, entre muchas otras.
Cuando la pesadilla haya pasado, tendremos la lista de fallecidos, que ojalá no siga creciendo. Pero también habremos pagado un altísimo costo en temas como la salud mental, el metabolismo y otras enfermedades provocadas por el sedentarismo.
La justicia norteamericana, ha intentado poner las cosas bajo el prisma de cierta normalidad controlada. Es una señal que confía en el libre albedrío y el comportamiento responsable de las personas.
Han sido tiempos muy difíciles para las libertades humanas.
Es el coronavirus, Charly Brown.
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