Siempre digo que somos como los bomberos, porque intervenimos cuando el evento se ha desatado e inevitablemente habrá consecuencias. Aunque el conflicto termine por salida alternativa.
En lo penal, el que conocemos como sujeto pasivo, daña el bien de otro, eso causa dolor, aflicción, necesidad de justicia. Incluso a veces, ni siquiera la sentencia es suficiente. La novela Patria,de Javier Aramburu, más allá de la ficción, tiene que ver también con eso. Bitori quiere saber si Joxe Mari mató al Txato. Antígona, la historia de la niña que desafía al rey, cuando sepulta a su hermano muerto, nos muestra que la justicia es también reparación.
Por otra parte, el que delinque, es inmediatamente sometido al sistema penal, que de por sí tiene un efecto deteriorante, en lo psicológico e incluso en lo físico. No necesitas estar en prisión preventiva para eso. Guardando las distancias con el ejemplo, cuando en el colegio mandaban a buscar al apoderado mediante una nota, el camino a casa se hacía interminable. Si algún profesor se equivocaba manifiestamente en la nota y ponía un rojo, esperabas con ansias el momento de la reparación.
En el sistema actual, desde que el fiscal le informa al imputado que ha iniciado investigación en su contra, la investigación no puede durar más de dos años. En el antiguo, la investigación no tenía tiempo establecido y podía eternizarse con su carga de sometidos a proceso e incluso encarcelados en espera de la sentencia.
La pandemia lo ha cambiado todo
Cuando nos cayó el coronavirus, el mundo se detuvo. Huimos a la seguridad del encierro y nada fue como antes. La idea era prevenir la cantidad de contagios, pero ya sabemos que eso no ha ocurrido, a pesar de todas las medidas.
Una orden de investigar, puede demorar hasta ocho meses en la PDI, existen juicios paralizados, no hay atención presencial de las agencias estatales. Y no puede ser de otra forma, si al final la idea es sobrevivir a la pandemia.
Sólo queda la vacuna. Espero no equivocarme. pero cuando logremos la inmunidad, quizá a fines del 2021, habrán pasado dos años de forzado cautiverio y todo volverá a la normalidad. Más de algún conflicto sufrirá el paso del tiempo.
Son tiempos muy extraños, excepcionales. Pero nada como el sistema antiguo y los juicios eternos.
Veinte años es mucho
Esta semana conocimos la sentencia del caso Frei, que ha absuelto a todos los acusados.
- El ex presidente falleció el 22 de enero de 1982.
- La querella fue presentada por la familia el 21 de octubre de 2002.
- La Corte Suprema designó a don Alejandro Madrid, Ministro en Visita de la Corte de Apelaciones de Santiago, el 31 de enero de 2003.
- La sentencia de primera instancia fue dictada el 30 de enero de 2019.
- La sentencia de segunda instancia fue dictada el 25 de enero de 2021.
- Entre la presentación de la querella y la sentencia de segunda instancia, transcurrieron 19 años.
- Aún quedan recursos pendientes ante la Corte Suprema. Son un par de años más.
Más allá de las lecturas políticas, lo cierto es que pasó mucho tiempo.
Por una parte, tenemos a los hijos del fallecido, muy frustrados con el resultado.
Por la otra, el hijo de uno de los absueltos, envió la siguiente carta a El mercurio, publicada el pasado miércoles.
Y las opiniones divididas, han poblado las redes sociales, las entrevistas, las cartas al director y la polémica está instalada.
Pero claro, ya han pasado 39 años desde el fallecimiento y 19 años desde la querella. algunos acusados murieron, los nietos del ex Presidente hoy son adultos, todo ha cambiado.
Hay una cuestión clara, las partes han pasado años debatiendo el asunto y en la incertidumbre sobre el resultado final. Así era en el sistema antiguo, todo muy desgastante. Ese es el verdadero problema de este caso, más allá del resultado final, es tardío para quienes están involucrados, legal pero tardío.
Gran lección para el nuevo sistema, la oportunidad de la justicia, también es una cuestión de tiempos.